A lo largo de estos años, el Belén de Arena se erige más allá de celebrar las escenas navideñas clásicas: se ha reinterpretado para también rendir homenaje a las Islas, a pintores y escultores locales, a la cultura, la educación, a la juventud, y a las tradiciones del pueblo canario. Cada grano de arena cuenta una historia muy propia y a la vez universal, y, en esta divergencia encontramos la esencia distintiva del Belén de cada año.
Detrás de estas obras, se encuentran las manos de artistas canarios como Etal Ojeda, Jonay Ruiz, Miguel Rodríguez, Aarón Jimenez, y otros tantos escultores nacionales e internacionales, que cada año dan forma a escenas, cuidadosamente elaboradas, con una propuesta artística que mezcla estilos clásicos con modernistas y vanguardistas como puentes entre la tradición y la contemporaneidad, mostrando la vigencia de los temas representados.
El Belén de Arena no solo es arte: también es compromiso solidario. Desde su inicio, todo lo recaudado se ha destinado a comedores sociales y causas locales, generando un apoyo tangible para quienes más lo necesitan y marcando su profundo carácter humano. Además, el evento ha creado espacios de formación en escultura de arena para niños y jóvenes, fomentando la creatividad y el aprendizaje artístico desde temprana edad.

Veinte años después, se sigue esculpiendo, con la misma pasión. Mientras el frío del invierno arrecia en la Europa continental, en las islas se vive una Navidad luminosa y al aire libre, en plena armonía con un clima perfecto. Aquí se renueva la arena, la ilusión y la creatividad que hacen del Belén de Arena algo único.
Así llega la edición número 20: una cita dedicada a Gran Canarias que sin dudas, marcará un antes y un después en la historia de este Belén. Un evento que contará con una exposición retrospectiva, un libro conmemorativo y un homenaje al artista Néstor Martín-Fernández de la Torre, además de actividades paralelas como los conciertos corales, los talleres formativos y los premios Estrellas de la Cultura.
Una muestra excepcional del esfuerzo y el amor de todas las instituciones que lo apoyan, del trabajo incansable del equipo humano que lo hace posible y del empuje de toda una comunidad que lo reclama cada año como parte esencial de su historia. Porque el Belén de Arena es mucho más que una obra efímera: es el reflejo vivo del espíritu navideño de Gran Canaria, tallado en la arena y en la memoria de todos.